Alicia, mi psicóloga, solía decirme que yo siempre esperaba un arcoiris, un puente mágico que me lleve desde el punto A (inicio de mi carrera, por ejemplo) hasta el punto Z (título y gloria) sin tener que transitar tooodo lo del medio, el resto de las letras del ABCdario.
Me decía que sufría del Síndrome de Peter Pan. 'Sos la niña eterna que se niega a crecer.' A todo esto yo tenía muchos años menos que ahora y cuando ella me preguntaba por qué no trabajaba yo le respondía que no quería, que mis viejos me bancaban, que querían que estudie, que no hacía falta, y mil excusas más.
Tu problema, me dijo una vez, es que tu mamá es 'una mamá gallina'. Imagínense mi cara de asombro. Sí, ella es la gallina que cuida los huevos, vos estás ahi, calentita, cuidada, mimada y CÓMODA. No te querés ir de tu casa porque te dan todo. No estaba tan equivocada Alicia.
Mi hermano mayor se casó a los 30 años y recién ahí se mudó de la casa de mis viejos. El del medio despegó antes de los esperado. Convivió 3 años antes de casarse. Fue el primero en irse. Igual siempre fue el más despegado de mi vieja. OJO! No nos olvidemos de mi papá. Él no era EL tema porque trabaja todo el día y lo veía sólo para la cena, pero siempre fue un padraso. Ya les conté de mi Electra gigante.
El tema es que ya grandecita me llaman para empezar a trabajar. ¡Ufff, ni les cuento la revolución! Acepté porque era en un colegio, en Jardín. En fin, una boludez. Al año siguiente me agregaron 1er grado. Y el 5to año laburando ahí me agregaron 6to grado. No le escapo a los desafíos, pero me cuestan los cambios. Pero lo hice. Y me sorprendí a mí misma.
El 30 de Noviembre me llaman a una reunión para decirme que quieren que me vaya, que renuncie. ¿PERDÓN? Renunciar las tarlipes. Echame. Resumiendo: No me quieren pagar y estoy yendo a juicio. ¿Qué dicen de mí? Que soy puta por lo que escribo en Twitter. Genial. Encima que no entienden nada, me juzgan por pelotudeces.
Ahí me tenés. Crecí, me animé, empecé a estudiar, laburé con todo donde nadie lo apreció, y ahora no me dan lo que me merezco.
Sí, amaría tener mi puente mágico y ahorrarme este tipo de quilombos. ¿Quién no?
La negación es un bonito puente mágico, yo cada tanto lo cruzo...
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